Por: José Fernando Villegas Hortal
Director Ejecutivo CCI Antioquia
Cada país debe usar lo que tiene en forma más abundante para hacer una transición sin generar costos innecesarios, Colombia es un país rico en recursos hidráulicos fácilmente aprovechables para la generación de energía, es rico también en gas que es considerado el combustible de transición más eficiente
En los últimos meses hemos escuchado los insistentes pronunciamientos del Gobierno, en cabeza de la Ministra de Minas y Energía Irene Vélez, sobre el camino de la transición energética y la decisión de no continuar con la adjudicación de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos; de otro lado, conocimos los recientes informes de la Agencia Nacional de Hidrocarburos – ANH sobre la disminución de las reservas de petróleo y gas, y para rematar, sabemos que la probabilidad de un fenómeno del niño en el segundo semestre del año, es cada vez más alta.
En la Cámara Colombiana de Infraestructura Seccional Antioquia, estamos bastante preocupados por lo que pueda suceder en los próximos meses con el suministro continuo de energía en todo el país. Las señales enviadas a los agentes con el proyecto de resolución CREG 143 de 2021, el decreto 0227 de 2023 y el proyecto de Ley que se está elaborando en el Ministerio de Minas que pretende modificar el Decreto Único Reglamentario 1073 de 2015, tienen a los inversionistas estudiando la viabilidad de cada uno de los proyectos con lupa.
El Gobierno pareciera no entender que el proceso de remplazar energía hidráulica por energía fotovoltaica o solar no se soluciona en una tabla de Excel, existen diferencias sustanciales que se deben tener en cuenta, entre ellas: La ubicación geográfica, la dependencia tecnológica, la logística de suministros, y un tema muy importante que el Gobierno suele pasarlo a veces inadvertido, el (FP) factor de planta de las diferentes tecnologías.
Considero que es importante aclarar que si bien el Gobierno habla de incorporar 6.600MW adicionales en el 2023, es necesario que empecemos a diferenciar con qué tipo de proyectos piensa hacerlo, pues suele el Gobierno, a mi juicio, de manera equivocada, comparar MW de energía solar o eólica (Energías limpias no convencionales) con MW de energía hidráulica (Energía limpia convencional) o térmica, cuando en realidad tienen diferentes capacidades para entregar energía durante un periodo de tiempo dado.
Veamos, una planta de generación térmica tiene por lo general un FP cercano al 90%, en palabras simples significa que, con suministro confiable de combustible pudiera estar entregando energía al sistema un 90% del tiempo; una planta hidráulica con embalse, puede tener un FP cercano al 70%, lo que significa que puede estar entregando energía al sistema aproximadamente un 70% del tiempo, en cambio una planta de generación solar tan solo alcanza un FP del 20% y una eólica puede estar cerca del 30%, pudiendo entregar energía continua al sistema en esos mismos porcentajes de tiempo; en otras palabras, las plantas de generación más eficientes son irónicamente las más satanizadas, y las plantas de generación limpias no convencionales, que son las más estimuladas por el Gobierno, curiosamente son las más ineficientes desde el punto de vista técnico.
Para ser francos, los argumentos ambientalistas usados en los últimos años por algunos funcionarios del Gobierno, distan mucho de la realidad técnica y económica del sector, y de las verdaderas potencialidades del país en materia de generación.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la meta del actual Gobierno es incorporar 6.600MW adicionales este año, tenemos que ser conscientes que, aunque en los años recientes han entrado al sistema 1.500MW, según XM, en el 2021 solo entró el 7% de lo planeado, y en el 2022 la cifra llegó a solo el 28%. Hoy el 65% de los proyectos de generación presentan retrasos, lo que es una muestra clara de la dificultad de reacción que tiene actualmente el sector, agravados por los ya mencionados anuncios de cambios normativos que tienen las inversiones del sector en un estado de latencia y que de no tener señales claras en los próximos meses, difícilmente se podrán materializar nuevos proyectos que permitan compensar el crecimiento del sector, aumentando así la probabilidad de no poder atender la demanda de energía en los próximos años por parte de los agentes.
Pero el problema de confiabilidad del sistema no se soluciona solamente incorporando nuevas plantas, también debemos reforzar nuestras líneas de conexión; es por esto que parte de nuestro llamado es a no condenar las plantas térmicas y menos el suministro del gas que permite que ellas cumplan su función en momentos de sequía intensa, como la que muy probablemente tendremos en los próximos meses.
Recordemos que nuestra matriz de generación eléctrica es la sexta más limpia del mundo, es necesario reforzarla, pero es insensato pensar que solo se puede hacer con energías limpias alternativas, cada país debe usar lo que tiene en forma más abundante para hacer una transición sin generar costos innecesarios, Colombia es un país rico en recursos hidráulicos fácilmente aprovechables para la generación de energía, es rico también en gas que es considerado el combustible de transición más eficiente, y el Gobierno debe entender que un problema con las comunidades requiere coordinación y cooperación de sus entidades para que no se pongan en riesgo la viabilidad de muchos proyectos de generación y transmisión que aún necesitamos para que no volvamos a vivir las tremendas horas de apagón que vivimos en el 92.